2.12.09

Monserrat

Iluminaste el vagón opaco del metro y, en medio de todas las personas, brillaste para siempre. Abrí los ojos y estabas tú.
Apareciste, tímida sin saber que relucías, sin sospechar siquiera que me salvabas de esta muerte, que me dabas la esperanza de soñar en ti, los días y noches que me quedan.
Avanzaste, temerosa, entre sonrisas, esas mismas que me dieron la fuerza para hablarte, desde mi silencio enorme y desconfiado.
Y fueron tu primera negativa y tus hábiles respuestas, la forma más sencilla, más inteligente de empezar a caminar.
Y, grande, distante, estática esperaste mi petición. Vuelvo hasta tu cumbre, Mon Serrat, decidido a no bajar de nuevo. Ahora que volví a encontrarte, ahora que así -como prometiste- lo quiso el destino.
Así, sin preguntarnos más ni algún porqué, cerremos los ojos, besémonos y avancemos juntos de la mano...
Santiago, 2 de diciembre de 2009.

No comments: