Que no te extrañe mi silencio en medio de todo el ruido. Que no te extrañe mi fría certeza del final de todas las cosas, cuando crees y buscas el sentido. Que no te extrañe mi mirada aparentemente distante, cuando piensas que estás cerca de cualquier descubrimiento. Que no te extrañe mi profética insistencia, cuando quisieras palabras vanas de consuelo.
Que no te extrañe mi abrazo herido de bondad, cuando buscas sólo asirte a la apariencia. Que te extrañe sólo un día, un instante, acaso un segundo si me ves conforme, calmo y reprimido. Porque alma de fuego cantan mis pupilas, porque vidas de luz y de sangre proclaman mis heridas, porque soy ajeno a todo y nada es mío, porque vivo entero a la vera del camino.
Santiago, 06 de noviembre de 2009.
No comments:
Post a Comment