26.11.09

Huesos

Huesos y no palabras hablan bajo tierra. Ahí, donde yacen los sueños, donde despiertan esperanzas, abrazando flores y recuerdos. Ahí, donde el silencio hace un puente entre dos mundos, tan cercanos y lejanos a la vez. Ahí, donde necesito estar cada vez que debo comenzar de nuevo a soñar, a pensar, a caminar.
Huesos del adiós, encarnación perdida un día de mayo, un día de abril. Huesos llenos de sentido, de obras, de puertas abiertas y cerradas. Huesos que hablan en la rosa del jardín, huesos que son, ellos mismos, la mejor promesa de volver.
Huesos también míos, ADN reforzado por la tosudez de luchar y de hablar, de enseñar y de aprender de todo y todos.
Huesos como libros, como letras, como versos heridos y honestos, perdidos y nuestros, a medio camino entre la tierra y el cielo.
A esos huesos hablo, a esa alma, dibujada entre las piedras, que habla y que susurra en mi ventana, que me abraza cuando tiemblo, cuando quiero morir.
A esos huesos tuyos, padre mío, abrazo cada día, para seguir la huella buena, la vocación indefectible del amor.
Santiago, 26 de noviembre de 2009.

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