No se apagará jamás nuestra luz, porque no estamos solos: somos nosotros la luz. Y nuestra fuerza habita en el silencio y salta a la palabra. Una fuerza vencida, pero mil veces vencedora. Una razón que crece, cuando todo deja de tener sentido. Una esperanza enorme, sin contenido. Un caminar sin rumbo y convencido.
Por esa misma fuerza que jamás del todo me abandona, y no antes de que todo se haya ido de mis manos, de que mi último impulso haya surgido de mis venas, habré cobrado nueva vida en las letras, habré nacido para siempre a la poesía.
En estos primeros pasos, al otro lado de todo, pasado el umbral de la creencia, respiro el aire incontaminado de todo compromiso, atisbo las suaves lomas sin perfil, acá donde todo ya pasó. Acá donde mi otra verdad me espera.
Santiago, 29 de septiembre de 2009.
No comments:
Post a Comment