23.6.09

De regreso...

Caminar hacia adelante, pero de vuelta. Regresar a la esencia de las cosas, volviendo de este breve viaje por el mundo concreto. Descubrir de repente que en los bolsillos no quedan esperanzas vanas y que suenan chocando entre sí las monedas rescatadas a toda hipocresía. Saberse vano y frágil, recubierto de buenas voluntades nacidas de la cuna, de la escuela, del sentido de justicia. Lamentar que no sea cierta la promesa de que el mundo va a cambiar. Respirar la humedad que queda en la ventana, cuando dejamos de llorar. Anhelar la hora sin nombre del final, la hecatombe asquerosa y pura de Belial. Revivir el suspiro suspendido de la noche. Avivar el oído en la penumbra. Auscultar los cielos fríos, enormes, negros, viejos, moribundos en el alma. Encontrarse tan lejos de cualquier misericordia. Reprobar el examen de astucia y mezquindad, de mentira disfrazada en lealtad, de miedo vestido en conformismo. Temer la hora idiota del triunfo del canalla. Hallar en las manos las huellas de lo que está por venir. Mirar hacia atrás sin encontrar explicaciones. Llorar la pena herida de todo desconsuelo. Porfiar de noche con la melancolía y sus abrazos leprosos. Desgarrar el alma de toda incertidumbre. Tener por cierto que nada puede serlo. Rogar, gritar temblando al cielo y escuchar por siglos, por vidas, por la mía y de los míos... y oír el eco deformado de nuestra propia voz. Escribir todo esto desde dentro, con la convicción del testamento, sin importar los días que queden por vivir... Santiago 23 de junio de 2009.

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