Capítulo

Ya de regreso, descansan las alforjas, reposa la mochila, se aquieta el viento. Ya hace tiempo que callan las brisas de Europa, que yace sepultada la ilusión peninsular, aquella de Cádiz, aquella de Madrid. Hace meses, también, que la serena inspiración del arte, aquella que surgió entre libros y acompañó algún café de mediatarde, sucumbió a la certeza de las millas, a la inasible perdición de cada día. Hace semanas que quedamos en compás de espera, sin saber qué y por qué los hados con sus pies de plomo deshacen tan livianamente lo que ellos mismos alientan con su boca de rocío. Hace días que hemos vuelto del Perú, energizados de un nuevo amanecer y estamos listos, según parece, para el nuevo dictamen de los tiempos, esos que tildan cada aspiración de gesta heroica, que ponen a prueba cada atisbo de esperanza, esos que nos obligan a soñar... Rancagua, 1 de marzo de 2009.