Caras señaladas de espejos, espaldas ajadas de cruces al pasar. Amores y otras espesuras ceñidas a la cien.
Sabores sinsabores, peldaños roídos del desatino. Destino infértil, cara moneda, para pantalones sin bolsillos.
Sinsentido de dones y de emblemas. Cálida muerte cada día. La noche acecha otra vez.
Parto sin andar y me quedo sin volver. Nunca nada es lo mismo. Pero se parece tanto: cadencia incruenta de llantos apagados bajo una sonrisa. Manos ingenuas para amar. Mirada enorme para soñar. Y una palabra o muchas palabras sobre lo que no tiene nombre, ni apellido, ni lápida, ni dedicatoria alguna.
En ese silencio herido de rosas y de anhelos, de huertos mediomuertos un invierno de todos los días, hago y deshago mi camino.
Santiago, 20 de noviembre de 2008.
No comments:
Post a Comment