18.7.08

Invierno

Cuando la siembra terminó llegó el regreso, a los brazos del otoño austral y, ya entrados al invierno, comenzó esta pausa fecunda en el hogar: reencuentro y renovación, calma y espera, arropado bajo un cielo sereno y un Sol dibujado en la ventana.

Y el invierno, con su silencio, pintando los aires de nubes grises y círculos de humo sobre las cabezas, indicó el tono de esta nueva espera, como la del agricultor que no ha de apurar la tierra, sino leer en sus entrañas su ritmo milenario, su infaltable resurgir en primavera.

Cada día de este tiempo, cada hora de estos meses es la ocasión para el ermitaño, de volver en sí, para salir fortalecido, nuevo, iluminado. El mago prepara trucos en los rincones. El anciano resuena en la memoria. El poeta sólo lee. El aprendiz se vuelca y revuelve entre los libros, apenas rescatados del polvo y el olvido.

La tenue esperanza vuelve sobre sus antiguos pasos. La luz da forma a cosas nuevas y alumbra el camino por venir. Y el camino espera, apenas afuera el paso incrédulo, sorprendido del resucitado.

Rancagua, 18 de julio de 2008.

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