Y hay un muelle imaginario en cada sueño que parte, en cada tarde que se va hacia quién sabe dónde…
Y en la retina quedan, como desgajados, cuerpos sin rostros, cadenas de volúmenes que se diluyen y vuelven a armar.
Quizá así vaya un día a Radusia, si me dan la mágica pantalla, la guía invencible para los días sin esperanza, la boca de mil lenguas para cesar el silencio interminable, la palabra que no llega.
Quizá Radezky, quizá los duendes que danzan incesantes contra todos los relojes me den la suerte de encontrarte, tal como te vi partir, incólume, sereno, satisfecho.
Allá en Dingli y lo mismo en Mgarr, susurraste tu silbido entre las olas cansinas del atardecer y fue pálpito benévolo, fue tuición de sueños para seguir caminando. Y andabas también entre los muros formidables, honor de tantos caballeros, ese día reservado desde siglos, para abrazar la historia encajada humilde entre las piedras.
Y ante una Luna que no alcanza a aparecer, todo fue serenidad, consuelo eterno.
Padova, 3 de Marzo de 2008.
3.3.08
El muelle
Pubblicato da
Marcelo Venegas Maldonado
a
Monday, March 03, 2008
Etichette: Pasajero 23, El camino, Impresiones EL VIAJERO
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1 comment:
Consuelo constante
de cuantos cuerpos
y almas perdidas
pero unidas...
Caminas, camino
me caígo
soy humana
Tqm
Nadja
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