23.5.09

Señor del tiempo

Acogiendo las horas lentas de un sur pintado en una sola nube. Perdiendo la mirada en aquello que no tiene confines. Hablando en silencio con todo lo que no tiene nombre alguno, lo que está por definirse, por venir... Acá en estas horas que agitan el color de los prados perfectamente verdes. Acá donde toda figura se diluye y la borra el viento. Acá donde tu nombre y mi nombre se conjugan en la mezquindad del tiempo, surge la pregunta indefectible, la que me vio nacer, la que se cierne sobre mi mortalidad inerme: Padre de los dioses y de los hombres, señor del tiempo, ¿acaso existes más allá de las nubes, más allá del cielo azul, más allá de mi silencio sin respuestas, más allá de mi férvida pregunta, más allá de tu silencio sepulcral? Valdivia, 23 de mayo de 2009.

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