Mendigando letras, caídas colillas de palabras. Pobre, tan perdidamente pobre, que no hay nada que perder. Entierra el pasajero en la neblina de una noche su ilusión nacida en los ojos de diciembre.
Sabe el viajero que sus alas se queman cuando se queda en un abrazo. Sabe el aprendiz que debe creer sólo lo que ve y hasta de eso debe desconfiar. Sabe el mago que su cuerpo son las sobras de un alma vieja, tantas veces vestida de talar, tantas veces herida de tanto mendigar.
Concepción, 28 de abril de 2009.
28.4.09
Sin tregua ni descanso, sin perdón...
Pubblicato da
Marcelo Venegas Maldonado
a
Tuesday, April 28, 2009
Etichette: Pasajero 23, El camino, Impresiones EL CAMINO
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