Cruces de oro, cruces de plata, cruces marcadas, pintadas en el pecho. Cruces sinceras escondidas. Cruces hipócritas de lucimiento. Cruces fatuas. Cruces vertidas como aceite sobre las palabras vanas. Cruces de Viernes, vigilantes, poderosas. Cruces de todos los días, cruces solas, al compás del tiempo. Cruces de Miércoles, hijas de Mercurio, implacables, recurrentes.
Cruces gobernadas desde arriba. Cruces entrometidas en las vidas. Cruces que no dejan respirar. Cruces atentas desde el cielo. Cruces distraídas en las calles. Cruces sobre las espaldas pobres. Cruces locas, cruces ciegas, cruces autoimpuestas por los credos. Cruces obsesivas, cruces negadoras de toda bondad. Cruces buenas y fecundas. Cruces que son un epitafio. Cruces que viven de una promesa.
Cruces en todas las esquinas del mundo, indicadoras de muerte, prometiendo vida, jueces impasibles del recuerdo, guardianes insufribles de todo dolor. Cruces conciencia del mundo, sello inmortal, contrato de dioses, saldo impago, todo los días repetido. Cruces cansadas de sí mismas. Cruces insensibles, añejas, amorfas, temerosas. Cruces siempre vivas contando el tiempo, en los cruces del camino.
Concepción, 8 de abril de 2009.
8.4.09
Entre cruces...
Pubblicato da
Marcelo Venegas Maldonado
a
Wednesday, April 08, 2009
Etichette: Pasajero 23, El camino, Impresiones EL CAMINO
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
muy elocuente y dolorosa enumeración de los engaños encubiertos en nombre de la cruz.
Post a Comment