Ni las hojas, ni las horas vencidas, ni la armonía que espera su propio despertar. Ni la boca entumecida de callar. Ni el compás insomne de la lucha. Ni la duda que roe, ni la esperanza que acecha.
Ninguna de estas cosas, ni el antes ni el después. Sólo el ser en el estar y el estar en el ser que pasa, la vida misma en un instante, la suma sencilla de toda complejidad. La paz tan débil. La guerra que nunca morirá...
Santiago, 24 de abril de 2009.
24.4.09
Como la guerra...
Pubblicato da
Marcelo Venegas Maldonado
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Friday, April 24, 2009
Etichette: Pasajero 23, El camino, Impresiones EL CAMINO
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