Su poesía salió buscando vida. Sus versos se llenaron de verdor. Sus manos dibujaron con el viento. Sus labios pronunciaron nombres nuevos para todas las cosas. Y ese verso grande, necesario, incombustible le dio vida nueva a su soledad.
Pero Cronos, dios terrible que todo lo consume, que todo juzga, que todo divide y a sus hijos despedaza, se percató de la copla herida, y marcó con fuego cada estrofa, ciñó de cadenas cada emoción, arrancó las entrañas de toda la ilusión.
Así, herido-mortal-viviente-amanecido este hijo de poeta, este viajero errante de sueños, habitante de tantas pesadillas, sobrevive alimentado de la musa, la noble hermana intemporal que todo lo remedia, la madre del olvido, la mano que se tiende desde el cielo o desde la paz cenicienta de la tumba, la que allá está, la que me espera...
Santiago, 9 de marzo de 2009.
No comments:
Post a Comment