12.10.08

El abuelo

La cara de ese abuelo es como la del mío, el que nunca conocí. Instalado en un recuerdo, perdida la mirada en lontananza, su rostro modelando una pregunta. Elegante y sosegado, apoyado en su bastón, traza líneas invisibles en el suelo, mientras la mente no cesa de repetir, suavemente, los ecos del reloj. Así, hermanado con el tiempo, se entrega en cuerpo y alma a la cita que le espera. La certeza de la partida no le abruma, acostumbrado como está a tanta despedida, vio a tantos partir y está cierto que lo esperan. Imagino sus bolsillos ya gastados y, en ellos, una carta amarilla enamorada, una lápiz siempre pronto y un pañuelo. Imagino que imagina y pienso su mente briosa, su cuerpo ya cansado, su alma intemporal. Y me emociona recrear en él aquello que nunca tuve. Y se instala una duda, hecha de esperanzas viejas y falibles, de promesas ajadas por el viento. Y me sorprende la edad que alcanza el alma sanadora. Y me conmueve este duelo de siglos. Esta espera, esta ansia, esta locura y esta pena sin sentido ni medida, esta herida vieja siempre joven, esta mirada en lontananza que me mira. Valdivia, 07 de octubre de 2008.

1 comment:

nadjaromanovich said...

...Que miran y miramos
que sonríen y acumulan...