¿Puedo creer en la esperanza, cuando es ella la que me alienta aunque no crea del todo, aunque me cueste aceptar?
Quizá por eso cada atardecer tiene ese sabor a anhelo, ese toque de apuesta, ese esperar una vez más.

La noche, que todo lo cubre, me da estas horas para hablar, más allá de las palabras, con la otra parte de mi alma, y encontrar al señor antiguo que habitó en Roma, que caminó las rutas de Europa románica. Maestro de Chartres quizá, labriego del siglo XIII, disputante en Salamanca, marinero del mediterráneo. Ilustrado pensador, naúfrago alemán nostálgico cantando una canción de amor, mientras llueve, por los senderos de Francia.
Pero advierto, sobre todo, el destello de luz de la pirámide, el ojo interno transmutado, el azul intenso que sale del diamante, cuando se rompen las cadenas en cruz, sobre el baúl de los tesoros.

2 comments:
Si creo en la esperanza ella me alimenta a diario en cada rincon de mi cuerpo.
Creo en ti...porque brotas ahnelos de esos que solo los soñadores tenemos...sigo soñando cada día más...
Abrazos
Sirenita
Aunque la esperanza sea, como dicen algunos, "un buen desayuno, pero una mala cena", conviene alimentarse de ella cuando corresponda, para nunca tener hambre...
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