3.8.07

Cuenta regresiva

Cuando se han cerrado todas las puertas, cuando se ha seguido un camino de reveses consecutivos, no queda duda de lo que marca el destino: la partida. Partir, entonces, es al mismo tiempo un alivio y una obligación. Un alivio cargado de esperanza. Una obligación de apostar a no volver. Lo dije hace ya cuatro años: "siempre fui un extranjero". Ahora que me voy, al país más bello del mundo, pido la anuencia de Da Vinci -que me inspiró de pequeño-, la valentía de Galileo, la lucidez de Dante y de Petrarca, la soltura de Bocaccio, la inquietud de Marco Polo. A tus tierras vas, Marcelo -"pasajero23"- a cerrar el círculo ancestral -el retorno veneciano, el discurso romano- como sanación, exculpación y vuelo al punto de partida sin regreso. Ya era hora, mago, -son dos mil años recorriendo- de volver al infinito, por el más grande truco de toda tu existencia: ganarle a tu destino, escrito ya en tus manos.

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