Dicen que el primer viaje que uno debe hacer es el de regreso. Volver al principio, donde nacimos, donde empezamos a vivir, a soñar y a caminar.
En mi caso, ese viaje, me llevó a Ovalle, en el valle del Limarí, IV Región de Chile. Febrero de 1998. Con los recuerdos de la infancia, hice mi recorrido y llegué a la casa donde viví hasta los cinco años. El árbol ya viejo y humilde de la entrada, parecía el mismo de entonces... me senté a su lado. A nadie vi que recordara, nadie me reconoció. Visité la parroquia y el lugar más entrañable de mi niñez... la estación de trenes de Ovalle, junto a cuyos rieles, comencé a soñar.
Motivado por estos pensamientos, satisfecha mi curiosidad y borrada de una vez la imagen infantil, emprendí mi viaje hacia el norte, hasta donde me alcanzara el dinero.
Una etapa importante de mi viaje fue conocer San Pedro de Atacama y sus alrededores, una vez atravesado el desierto toda una noche de estrellas y silencio.
Pero San Pedro era -desde hace tiempo- un refugio de extranjeros, de gente snob y de sinceros admiradores de lo alternativo...
Lo importante de mi viaje, sin embargo, era el "viaje" mismo, el avanzar hacia adelante a conocer, y conocerme mejor a mí mismo.
19.12.05
Viaje al principio: Santiago-Tacna (febrero 1999) (I)
Pubblicato da
Marcelo Venegas Maldonado
a
Monday, December 19, 2005
Etichette: Pasajero 23, El camino, Impresiones EN CHILE
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment