1.3.10

Chi-le

En las cornisas de un continente, casi una isla, casi un último peldaño hacia al abismo. En los confines del mundo conocido, una vertiente de penas, un collar de lamentos cae sobre los escombros y baja quejumbroso sobre las laderas húmedas y sucias de los cerros.
En las costas más humildes y olvidadas, allá donde olía a carbón y pescado, allá donde se amasa el pan de los pobres, allá mismo el agua, la madre mar entierra esas dichas para siempre.
En medio del rugido infernal de la tierra, en medio del manto mortal del mar, salen adelante los sureños, a pesar de los falsos hermanos (padres e hijos del saqueo) y se levantan una mañana de marzo, armando su mundo con las manos, ungidas de sangre y de lodo.
Bajo una enorme Luna Llena, se forja un Chile en el dolor, se yergue un pueblo nuevo, más humilde quizá, más hermano de una tierra tan bella e insensiblemente mortal.
Santiago, 1 de marzo de 2010.

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